viernes, 23 de noviembre de 2007



Zona de Inscripcion de asistentes.



El Sr. Intendente de Río Negro inaugurando el evento.



Una vista de los asistentes.


La mesa en la inauguración estaba formada por el Sr. Intedente Municipal, el Ministro Arana, la Dir. de Cultura Municipal, el Sr. Alejandro Gi´ménez del MEC y las reporesentantes de ICOM e ILAM, auspiciantes del Encuentro.
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Intendente de Rio Negro,Dr. Lafluf presente en inauguración.
El evento se desarrolló en un lugar emblemático: la vieja oficina administrativa del ex Frigorífico ANGLO.
Rodeados de patrimonio.
El Ministro Arana estuvoi presente. En la foto con el Prof. Alejandro Gimenez del Ministerio de Educación y cultura.
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domingo, 22 de julio de 2007

MUSEOS EN EL URUGUAY


URUGUAY tiene una larga trayectoria en cuanto a Museos, aunque es necesario transcurrir por una etapa de profesionalización para llegar a valorizar y entronizar a estas instituciones culturales como reales defensoras y resguardo de los valores patrimoniales.

Se dispone de página especial sobre MUSEOS DEL URUGUAY en http://www.rionegrotodo.com/museos.htm.

Responsable de edición: Rene Boretto Ovalle (rboretto@gmail.com)

LOS MUSEOS Y EL PATRIMONIO

EL TURISMO Y LOS MUSEOS: La valoración de nuestra cultura.

Rene Boretto Ovalle

Fray Bentos (Uruguay)


Si debemos buscar en Uruguay antecedentes respecto a la actividad de los museos y su resultado como elementos de difusión cultural, seguramente nos encontraremos ante diversas críticas constructivas, que apuntan esencialmente a aspectos museográficos, de presentación, de difusión, de coordinación con los centros educacionales para su uso, etc. Pero, sin lugar a dudas, lo que no hemos hecho en la gran mayoría de estas instituciones, es buscarle una intervención en el esquema de atractivo turístico como para convertirlos en una atracción más de cada localidad. Puertas cerradas, horarios inconvenientes, materiales museográficamente mal expuestos, personal no preparado, carencia de investigación para sostén del "contenido" y otros etcétera.

Dentro de este panorama revisionista, encontramos que los museos, genéricamente englobados, son elementos fundamentales en la planta turística de una ciudad, hasta el punto que en muchos casos resultan únicos puntos de referencia como llamador de visitantes. Pero esta circunstancia no está siendo adecuadamente considerada como para otorgar a los museos su presencia, su prestancia, su contenido o su oferta para que realmente cumpla esta función atractiva.

Hasta no hace mucho, los museos eran simples repositorios de piezas heterogéneas amontonadas sin sentido o acaso siguiendo el sentimiento o la intuición de solitarios entusiastas, situación ésta que ha cambiado radicalmente pero que debemos reconocer aún falta para llegar al óptimo.

Hoy día, tenemos un incentivo realmente extraordinario para lanzarnos a culminar la tarea de profesionalización de los museos y me refiero específicamente a la actividad turística. Pretende esta ponencia determinar algunas pautas para convencer a los incrédulos o para despertar a los no totalmente convencidos y hacerlos ver una realidad que nos depara un futuro promisorio.



EL PRIMER MOTIVO DE LOS MUSEOS:

LA PRESERVACION DEL PATRIMONIO.

Todos los esfuerzos que hacemos quienes en forma entusiasta y a veces no profesional rescatamos materiales de diversa índole y los destinamos a la exposición pública, tenemos una intencionalidad de preservación antes que la de convertir al museo en un lugar de visita para la gente. Esto hace que las colecciones puedan presentarse sin discernimiento museográfico y puedan terminar siendo contraproducentes o acaso de escaso interés para quienes la visitan. Por lo tanto, alentar a quienes cumplen esta loable tarea de recoger materiales es imprescindible en la primera instancia y corresponde a las autoridades culturales de la ciudad no solamente apoyarlos con conseguirles un local de exposiciones, sino apuntalarlos para que la acción sea fructífera y profesional desde el principio.

La creación de las colecciones deben ser, antes que objetos para enseñar, objetos para preservar: partes de nuestra historia, de nuestras actividades comerciales o industriales, parte de nuestro crecimiento como sociedad o representativos del entorno geográfico o ecológico que nos envuelve. Esta intención, por tanto, debe ser dirigida con ese destino; el que se seleccionen algunas piezas para la exposición a la curiosidad pública será una de las consecuencias, pero no la finalidad. De lo contrario, estaremos echando a perder esta resultancia de preservadores que deben tener los museos.

Para poder llegar a esta instancia, entonces, el apoyo tecnificado debe estar desde el principio o acaso cuando las autoridades rectoras de la actividad cultural toman el primer contacto con el coleccionista que está formando su "museo". Ello permitirá realizar las colectas con profesión, con estilo científico, documentado e inventariado. Recordemos que por más particular que sea la tarea de coleccionar objetos, somos, en definitiva, los custodios de un material que procede de nuestros antepasados y tenemos la obligación de reservarlo para las generaciones venideras.

La tarea de investigación también deben formar parte de los pequeños museos. Es muy difícil que entre quienes han tenido la intención de resguardar materiales de cualquier tipo, no estén condicionados por ellos mismos para estudiar, para investigar y para sentirse orgullosos de ser los que más saben de algo en la localidad. Este elemento es también fundamental porque en él reside la profesionalidad innata de respaldar las historias, las leyendas o los conocimientos tradicionales de la gente con el documento histórico que los verifique. Así, pues, esta veta debe ser descubierta en la gente de la ciudad, apoyada y valorada, editando - aunque más no sea para conocimiento interno de los docentes y público directamente interesado- las resultancias de los estudios hechos.


APROVECHEMOS EL FENOMENO DEL SIGLO QUE VIENE.



Sin dudas, y como algo ya adelantado por los estudiosos del tema, los dos fenómenos sociales del siglo XXI serán la comunicación y el turismo. En cuanto al primero de los temas, no nos corresponde tratarlo en extenso, pero sí en relación con el segundo. No es difícil ver, sentados en casa o cuando algún amigo que tiene computador nos invita, que el mundo se ha abierto sin reticencias al conocimiento instantáneo. Ahora no solamente ya podemos planificar un viaje sentados y tecleando, seleccionando los destinos, eligiendo los tours locales y regionales, reservando los hoteles y las entradas a los espectáculos, pagando por intermedio de una tarjeta, sino que pueden pasar ante nuestra vista todas las opciones que nos entusiasman a viajar

Así es que, este fenómeno creciente de la comunicación reforzará y aumentará al otro fenómeno que ya se perfilaba como un gigante para el próximo siglo y que es el de los viajes y el turismo.

También para "poner barbas en remojo" - como habitualmente se dice- tenemos el reciente informe de la Organización Mundial del Turismo que menciona que el destino que más creció en el mundo en la última década fue Latinoamérica. Y dentro de este contexto, también está aceptado que Uruguay es el país que recibe más cantidad de visitantes en relación a su población. Estamos a punto de tener dos turistas por cada uruguayo y eso nos obliga a pensar en estrategias de aprovechamiento de este movimiento "que se nos viene".

Uruguay, aunque no lo queramos nosotros mismos, ya está consiguiendo los resultados de su paz, de su tranquilidad y de su seguridad en relación a otros destinos turísticos latinoamericanos y los inversores ya han perfilado un comienzo del siglo XXI hacia la prestación de servicios. Basta con verificar los hoteles cuatro y cinco estrellas en construcción, el profesional aeropuerto de Punta del Este y los cientos de millones de dólares en creación de centros turísticos en varios lugares del territorio nacional.

Si esto nos lleva por un camino de profesionalidad de la prestación de servicios, hay muchos aspectos en los que debemos poner nuestro énfasis, revisando lo que actualmente estamos haciendo. Seguramente hay varias cosas que son trascendentales para el turismo y sus prestaciones, como el alojamiento y la profesionalidad en quienes atienden hoteles y restaurantes, pero no olvidemos que hay cosas, como el tema de los museos, que perfectamente pueden estar a nuestro alcance, colaborando con la creación de atractivos.

A pesar de todo, no deberemos dejar de lado el hecho de que tenemos que trabajar en conjunto para que el fenómeno turístico sea profesional desde todos los ámbitos.


PROFESIONALIZANDO LA ACTIVIDAD DEL MUSEO.


Siempre debemos partir de la base que un pequeño museo realza su importancia en la medida que tenga un sentimiento educativo, habiendo seleccionado determinadas piezas u objetos para contribuir a la educación pública a través del interés que generalmente tenemos los humanos por este tipo de materiales. Aquí, entonces, también juega un papel importante la presencia técnica para un asesoramiento conveniente en cuanto a la filosofía didáctica que se persigue, los objetos que nos ayuden a llevarla a la práctica, las formas convenientes de exponerlos, etc.

Para que el museo pase a integrar "el atractivo turístico" debe cumplir con una serie de exigencias, dado que ya no será un lugar donde se guardan vestigios, objetos, materiales o documentos de un coleccionista, sino que pasará a convertirse en el sitio donde quienes lleguen, encuentren el asesoramiento, la información y la posibilidad de ver directamente la historia, la geografía u otros aspectos regionales.

Entenderemos entonces porqué es necesario prestar atención tecnificada a esta circunstancia: el museo será el lugar donde "invitemos" al visitante de la ciudad para que nos conozca más, para que sacie su necesidad de información y para que –cumpliendo con la faz didáctica del museo - cuando abandone el umbral del edificio, el visitante haya sentido un cambio en su cultura.

Todo este proceso de profesionalizar al museo pasa por muchos aspectos y en cada uno de ellos es necesario contar con asesoramiento: el tipo, la cantidad y la calidad del material a exponer, los tipos y las formas de las vitrinas, si utilizamos iluminación natural o artificial, si los carteles son grandes o pequeños, si ponemos música funcional o no, si accedemos a las tecnologías de audio y de vídeo, si los colores de las paredes son acordes o no... en fin... múltiples elementos que es muy difícil decir cuál de todos es el más importante, porque a todos hay que considerarlos como una carta en un castillo de naipes: cuando falta uno, se deshace el todo...

Hay otro aspecto fundamental y es el que corresponde al interlocutor válido entre lo que se expone y el público: el guía o cuidador. Ha de ser alguien preparado para comunicar. Y con esto queremos significar que debe ser un funcionario consustanciado de la finalidad, de la filosofía y del contenido del museo, que esté facultado para interpretar desde el primer instante ante qué tipo de público se encuentra y que tenga vastedad de conocimientos para enfrentar a las imprevisibles preguntas y requerimientos de quienes se entusiasman y preguntan más de aquello que está en los carteles o vitrinas.

Los horarios de atención al público son evidentemente algo de lo que no debemos olvidarnos. El museo no será ya una oficina que dependa en sus horarios de los que fije la administración pública. Nuestro público se mueve de diferente manera, en otros horarios, en otros días y con diferentes motivaciones. Por tanto, hay que estudiar el comportamiento del interesado en visitar el museo para adecuarnos a sus necesidades.

En una época tan apegada a la alta tecnología, es evidente que un museo ya no puede dejar de lado la utilización inteligente de un televisor, un vídeo o un computador personal, con fines didácticos y de promoción. Esta tarea, incluso, debe aprovecharse para instruir a la gente respecto a otros atractivos que tenemos en la ciudad o en la zona, para que amplíe la visita que está haciendo al museo a otros puntos de la ciudad, a los artesanos, a los artistas y a otros atractivos naturales. Los contenidos de videos serán complementarios al tema esencial del museo: si es una exposición artística, expondremos facetas de los artistas representados o sus biografías; si es un museo histórico, podremos presentar resúmenes cronológicos, muestras de sitios y monumentos, una investigación arqueológica, etc.; si fuese un museo de historia natural, promociones de lugares adecuados para observar flora y fauna, resultados de investigaciones, etc.

No olvidemos que el turista es un consumidor. Y no solamente un consumidor de imágenes. Es un comprador de servicios y de otros atractivos y debemos aprovechar que lo tenemos cautivado dentro de nuestro local para retenerlo algunos instantes más y contagiarle mayor entusiasmo para que continúe en la ciudad o acaso se decida a regresar.


EL MUSEO PARA LA CIUDAD TAMBIEN SIRVE.


Cuando ponemos énfasis en la necesidad de profesionalizar un museo local para el uso turístico, no quiere decir que con esto estemos direccionando totalmente su finalidad, dejando de lado la importancia que la institución tiene para la propia población. Generalmente, los esfuerzos que hagamos para mejorar un atractivo para el uso del turista en sólo algunos meses de temporada, tienen la utilidad mayor para los propios conciudadanos que usufructúan esto durante todo el año.

Dentro de la actividad turística, hay un sustrato de concientización pública que nos lleva a aseverar que una ciudad turística no es la que tiene muchos atractivos, sino aquella que quiere serlo. Y una ciudad "quiere" ser turística si sus habitantes tienen el convencimiento de que ello puede ser beneficioso.

Por tanto, hay que prestar una atención preferencial al ciudadano que convive con nosotros y para quien el museo tiene que ser la forma de reconocer, admirar y estudiar sus propias raíces. Debe haber una disposición desde el principio de interesar al propio poblador de la ciudad para que visite el museo. El será nuestro principal promotor si se siente identificado con el museo y lo considera como algo digno de ser mostrado al visitante.

No es necesario explayarse sobre el tema porque es asunto conocido por quienes trabajan o promocionan la actividad de un museo, pero no debemos dejar de lado la importancia que debe otorgarse a la presencia de los estudiantes al museo. La constante coordinación con las inspecciones de escuelas, con las direcciones de centros docentes y centros educativos es esencial para que los docentes aprovechen el contenido del museo con sus fines específicos.

De más está decir que estaremos contribuyendo en la formación cultural de los estudiantes, y de paso, haciendo un aporte a la concientización turística.

SOLVENTANDO GASTOS GRACIAS AL TURISTA.


La presencia del turista supone que captamos personas que están en la ciudad con un fin de entretenimiento, de distracción, de captación cultural y por lo tanto, ávidos por encontrarse con aquellas cosas diferentes a las que frecuenta en su lugar de origen.

Los museos son, dentro de este panorama de cosas "noveles", uno de los principales atractivos, porque generalmente resumen aspectos tan locales o regionales que difícilmente se encuentren en otros destinos. Así que es muy difícil que una de las primeras preguntas de la gente no sea respecto a dónde hay un museo.

El turista es un cliente asegurado para los museos. Aún en aquellos lugares donde la naturaleza les absorbe la mayor parte del tiempo, como en los sitios que explotan el turismo de sol y playa, siempre habrá un momento de esparcimiento al final de la jornada o durante aquellos días nublados y frescos, que este visitante se acerque a los museos.

La visita tiene que se placentera y en ello se implica que tenga cosas interesantes para ver y aprender, que sea bien atendido por el personal, que cubra las expectativas y, fundamentalmente, que salga aprendiendo algo del recorrido.

Esta presencia del turista, por más breve que sea, seguramente generará intereses, ya sea para llevarse un catálogo de la exposición, una copia del vídeo que le enseñamos, una postal reproduciendo obras o materiales expuestos, un recuerdo para sí mismo o para obsequiar a alguien al regreso. A eso debemos estar atentos y singularmente preparados.

Los países que ya se han profesionalizado en estas instancias, destinan una parte física importante y una organización muy delicada a este aspecto, porque reconocen la avidez de los turistas por comprar pequeños "souvenirs". Desde una modesta vitrina con algunos materiales como los que sugeríamos antes hasta el montaje de un verdadero "shopping" están dentro de las perspectivas que apuntan a una explotación del movimiento turístico.

Cuando esta parte comercial va en aumento o cuando llega a rozar con la organización de las cosas propias del museo, muchas entidades han terminado por confiar al sector privado que se haga cargo de las ventas, a cambio de un porcentaje de las ventas a su beneficio. Lo cierto es que, según he sido informado en varios museos europeos, la gente gasta tres veces el costo de la entrada en llevarse "souvenirs", con resultados económicos por demás interesantes.

Y no necesariamente la dirección del museo es la que debe complicarse con buscar los elementos para vender; una adecuada relación con pintores, escultores, artesanos, creadores gráficos o fotógrafos cubre las expectativas, siempre que se contemplen ciertas pautas impuestas por los directores.

De cualquier manera, aunque brevemente, insistimos en que el turismo es un beneficio con varias puntas y encarado desde el punto de vista de un museo, es una perspectiva nada despreciable para lograr por sí mismo, con su propia actividad, lo que siempre hemos extrañado en los museos locales: la carencia de recursos.